martes, 9 de octubre de 2007

EL AMOR GENEROSO

Cuantos matrimonios de jóvenes parejas, recurren al divorcio con la celeridad con que se casan hoy en día, llegaron al altar prometiéndose amarse para toda la vida ,y al cabo de dos o tres años ya son asiduos concurrentes al poder judicial para terminar con esa unión. Es una lastima ver como se desvanecen tantos sueños, tantas ilusiones y si ya hay hijos de por medio, el desastre es peor.
Una de las causas, opino yo, por que hay muchas, que mas inciden para tomar esta decisión de terminar una relación matrimonial es la falta de tolerancia. Un valor que se adquiere con el paso de los años y en el vivir diario. La paciencia se les agota muy rápido. No se dan su tiempo y recurren a lo mas fácil, tu por tu lado y yo por el mió, tenemos el derecho de rehacer nuestras vidas, me pregunto… ¿Que vida, si ni siquiera han iniciado una? Habrán cohabitado pero no vivido. Hay que darle tiempo al tiempo.
Por eso cuando el matrimonio con el transcurrir de los años madura, se torna uno tolerante con las diferencias de la forma de ser de la pareja. Si ella es muy sociable, y el es hogareño no hay problema, ella saldrá con sus amigas, y el disfrutara en casa de un partido de fútbol. Cada cual se alegrara, de que su cónyuge la esta pasando bien y no se albergaran resentimientos.
El amor se torna egoísta, cuando ella lo obliga a salir o el la obliga a quedarse en casa, y esto no es amor verdadero, es tener el control sobre el otro. Pero cuando los dos se ponen de acuerdo y hacen lo que les dará felicidad, yo llamo a esto amor generoso.
Para sobrevivir a las temporadas altas y bajas durante la convivencia se necesita mucho amor generoso, para estar atentos a los deseos y gustos de la pareja, para aprender uno del otro y mientras tengamos el don de la vida no debemos matar una parte de ella, como es la individualidad a la que todos tenemos derecho.
El matrimonio hay que vivirlo día a día, gocemos este nuevo día, como un nuevo comienzo, una oportunidad nueva, deleitémonos del sabor de la libertad, hagamos de cada día una magnifica obra de arte. La vida es la arcilla, nosotros los artesanos.
Amigo lector, gracias por leerme, convirtamos nuestra existencia en una bella escultura, o ultrajarla hasta convertirla en un espantapájaros. Solo de nosotros depende.

Raúl Balarezo T.

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